Solsticio

Ceremonia

de Cacao

Renacer con la luz

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El Camino del Cacao

Hay caminos que se vuelven hogar.

Para nosotros, uno de esos caminos es el cacao: una semilla que guarda la memoria del viaje que todos compartimos.

Su ciclo —silencioso, fértil, paciente— es también el nuestro.

La semilla cae.

Se hunde.

Se abre.

Se transforma.

Florece.

Y en esa danza del tiempo, recuerda quién es.

Durante los cuatro años que vivimos en Guatemala, antes de volver a Colombia, acompañamos de cerca la producción del cacao que compartiremos en esta ceremonia.

Lo seleccionamos y procesamos para una de las compañías más importantes de cacao ceremonial, y por él ofrendamos una y otra vez en el altar Corazón de Cacao, del que fuimos guardianes a orillas del Lago Atitlán.

Un cacao nacido entre volcanes y rezos, en manos que honraron la Tierra.

Allí recibimos, como pareja, las enseñanzas y bendiciones de los abuelos Maya K’iché Tat Pedro Yac Noj y Nan Faviana Cochoy Alva.

Con ellos caminamos un aprendizaje profundo que nos llevó a ser iniciados como Ajq’ijab —contadores del tiempo y guías espirituales— y custodios del altar de la Ceremonia de Cacao. De ellos dos, nuestros abuelos, nuestros mayores, seguimos aprendiendo cada día.

Reconocemos también con gratitud a Keith Wilson, cuya dedicación abrió un puente que permitió que el cacao ceremonial llegara a buscadores de Occidente, incluyéndonos.

El cacao es fuego y luz.

Abre sin empujar.

Enraíza sin peso.

Guarda la memoria primordial de lo que somos, antes de que el mundo nos cubra de ruido.

En esta ceremonia caminamos el viaje de la semilla:

Caer.

Rendirse.

Recibir la oscuridad fértil.

Beber luz.

Abrirse.

Florecer.

Ese proceso vive en cada ser humano. El cacao lo recuerda.

Este solsticio coincide con 7 Q’anil, día de la semilla en el calendario maya: un tiempo perfecto para sembrar intención, nutrir el jardín interior y honrar aquello que está listo para brotar.

Bajo esta sincronía, el cacao se convierte en fuego que despierta claridad interior, en voz que señala propósito, en espíritu que reúne comunidad.

La ceremonia es un retorno.

A la presencia.

Al cuerpo.

A la raíz que sostiene.

Al amor que se pone en servicio.

A la semilla que quiere florecer.

El Llamado del Solsticio

El solsticio de invierno es el día más corto y la noche más larga del año. Es el instante en que el Sol desciende hasta su punto más bajo antes de comenzar nuevamente su ascenso. Por eso tantas tradiciones lo celebraban como el renacer del Sol: el retorno de la claridad tras el largo viaje por la sombra.

Es un umbral de quietud en el que la naturaleza nos invita a meditar, agradecer y preparar la tierra y el corazón para la nueva siembra. Un tiempo excepcional —una oportunidad dorada— para afinar la visión y recordar el rumbo cuando la luz vuelve a abrir los caminos.

En este tránsito, el fuego y el cacao nos acompañan como antiguos aliados.

El fuego, espejo del Sol que asciende.

El cacao, semilla que resguarda el fuego originario y la memoria del camino blanco: ese sendero que brilla en la espesura cuando la luz regresa, llamando a quienes buscan volver a casa, encontrar su raíz.

Desde esa alianza —llama y semilla— despertamos claridad, fuerza y propósito. Porque cuando la luz retorna, ningún corazón necesita seguir caminando a oscuras.

Cómo viviremos este camino

La ceremonia del cacao se despliega como un viaje de cuatro puertas, un arco que nos guía desde la quietud hasta la renovación y el renacimiento interior. Cada fase abre espacio para reconocer lo que habita en nuestro corazón, para soltar, recibir claridad y despertar la luz propia.

El proceso se sostiene en la escucha profunda, la palabra certera y el consejo oportuno, junto con la meditación, las visualizaciones guiadas y el silencio que permite habitar el presente. El fuego y la ofrenda al altar convocan la energía que sostiene el círculo, mientras los cantos y la belleza del espacio ceremonial acompañan suavemente la experiencia.

En este entorno de comunidad, cada participante es reflejo y sostén de los demás. La energía del cacao, la fuerza del fuego y la presencia compartida crean un campo donde es posible reconectar con la propia esencia, abrir el corazón y emerger con claridad y propósito.

Para quién es esta Ceremonia

Para quienes buscan una ceremonia de cacao auténtica: con linaje vivo, experiencia real y una estructura ancestral que sostiene un viaje profundo y significativo.

Para quienes sienten que llegó el momento de cerrar un ciclo, recuperar fuerza, ordenar el corazón y abrir un 2026 con claridad y propósito.

Para quienes desean sanar desde la raíz: su relación consigo mismos, con sus vínculos, con su historia y con la memoria ancestral que habita en su sangre.

Para quienes valoran la presencia, la verdad y la reciprocidad: un proceso íntimo que se vive con respeto, gratitud y comunidad.

No turismo espiritual. No espectáculo. No sustancias psicoactivas.

Aquí el cacao es medicina del corazón: suave, amorosa, sin empujar ni forzar, que enraíza en lugar de disociar, y que facilita liberación emocional y claridad sin perder el centro.

Para quienes reconocen que el tiempo importa: que el solsticio es un portal natural de renovación, y que 7 Qʼanil impulsa la siembra de una nueva intención y el florecimiento del espíritu.

Si deseas reconectarte contigo, renovar tu energía, sanar lo pendiente y tomar decisiones alineadas con tu verdad…

Este espacio es para ti.

Los Guías

La ceremonia será conducida por Tat Andrés y Nan Gisela, pareja y camino compartido en el servicio a la medicina del cacao.

Vivieron cuatro años a orillas del Lago Atitlán —Guatemala— donde recibieron formación y bendiciones de los abuelos Maya K’iché Tat Pedro Yac Noj y Nan Faviana Cochoy Alva, siendo iniciados como Ajq’ijab: contadores del tiempo y guardianes del fuego sagrado. Allí custodiaron el altar Corazón de Cacao y trabajaron directamente con cacao de linaje vivo.

Con gratitud, reconocen también el puente abierto por Keith Wilson, cuyo trabajo facilitó que esta medicina regresara a muchos corazones en Occidente, incluyendo los suyos.

Durante la última década, han sostenido cientos de ceremonias de cacao en Guatemala y en Colombia, acompañando procesos profundos con respeto, presencia y comunidad.

Su acompañamiento integra tradición ancestral y sensibilidad terapéutica contemporánea:

Gisela acompaña desde breathwork (formada con Catalina Rojas Benedetti), sanación con la voz (con Alejandra Almunis) y reprogramación cuántica (Carta Vibracional con Samarí Luz).

Andrés se ha formado en enfoques de trauma, duelo y regulación del sistema nervioso con Gabor Maté (Compassionate Inquiry), Deb Dana (teoría Polivagal / Rhythms of Regulation) y David Kessler.

No ofrecen espectáculo ni promesas fáciles: acompañan desde la escucha profunda, la palabra certera y el consejo oportuno, caminando corazón a corazón con quienes acompañan, sin jerarquías.

Su propósito es custodiar un espacio seguro, respetuoso y verdadero, donde cada persona pueda recordar su luz, alinear corazón, fuerza y propósito y crear un presente más humano, más enraizado y más pleno.

Detalles de la Ceremonia

📅 Fecha
Domingo 21 de diciembre de 2025

Hora
Iniciamos a las 9:30 a.m. (llegada sugerida: 9:15 a.m.)
Duración aproximada: 3 horas

📍 Lugar
Reserva Kaukitá — Malabar, km 7 vía Cerritos (Pereira, Colombia)
Ceremonia bajo techo, alrededor de un fuego real

👥 Cupo limitado
Máximo 30 personas
(para cuidar la profundidad del proceso)

🤲 Aporte recíproco
$150.000 COP
Incluye cacao ceremonial y elementos de ofrenda

📝 Inscripción
Requiere pago anticipado del 50% para reservar tu lugar.
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